domingo, 10 de abril de 2011

APOCALIPTUS



Enormes troncos de viejos castaños son testigos del fin apocalíptico de todo un mundo que se desmoronó, en parte por abandono, en parte por avaricia. Los nuevos colonos, eucaliptos de crecimiento rápido, proporcionan cuantiosos dividendos a corporaciones de ambiciones insaciables que poco a poco se adueñan de nuestro mundo y desintegran la trama de los antiguos bosques. Mientras, el eucaliptal, continuará brotando y rebrotando incesantemente, incluso cuando ya ni siquiera merezca la pena cortarlo y carezca de interés para las empresas promotoras.
El legado del eucalipto, tarde o temprano se revelará como una maldición para las tierras ocupadas. Pero para entonces los especuladores ya habrán puesto sus ojos en otros negocios más lucrativos.