martes, 10 de febrero de 2009

EL PRINCIPIO DEL MUNDO


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por toda una eternidad la pluma vólo y voló alrededor de la tierra sin poder posarse, hasta que sobrevolando un bosque, este desde abajo, la interrogó:-¿Quién eres?.- !Soy el hijo de mi Padre, el Grán Espíritu, creador de Los Cuatro Vientos¡-contestó orgullosa- y tú que así me interrogas ¿quién eres?-Soy el Bosque Espeso, hijo de mi Padre el Cielo Espeso y de mi Madre la Tierra espesa.

Anónimo dijo...

Ven con nosotros, somos tus hermanos y hermanas_gritaron las hojas, empujando suavemente a la pluma hacia el interior del gran árbol llamado Bosque. La pluma reconfortada flotó, levemente suspendida, sobre la gran cruz del Gran Árbol. Entonces los Cuatro Vientos soplaron furiosos sobre el Árbol. Protegida por el murmullo del espeso follaje la pluma se balanceó levemente sin llegar a posarse.

Contrariados por la situación, los Cuatro Vientos soplaron y soplaron desde los Cuatro puntos Cardinales de la Tierra: el Viento del Este sopló luminoso desde el Este, el Viento del Sur sopló fogoso desde el Sur, el Viento del Oeste sopló húmedo desde el Oeste y el Viento del Norte sopló oscuro desde el Norte. Soplaron y soplaron sobre la Tierra, hasta levantar las arenas del suelo. Poco a poco fueron cubriendo primero el pie del Árbol, despues su tronco y finalmente parte de su copa. Desde aquel día los hombres ven cada una de las ramas del Gran Árbol cómo árboles distintos.

¿Pero qué fue de la pluma?_os preguntareis. La pobre pluma quedó atrapada en la cruz del Gran Árbol, bajo toneladas de tierra. Sin embargo las fuertes ramas del Árbol la habían protegido formando un pequeño refugio de aire celeste. Perdida en el interior de la Tierra, la pluma sigue bailando con el temblor de las ramas agitadas por los Cuatro Vientos, sin detenerse nunca para no olvidar el recuerdo de su Padre, el Grán Espíritu.

Por eso si os acercais en silencio a las más grandes de las ramas, que llamais árboles, y escucháis atentamente, podréis oir a la pluma bailar en la oscuridad, hasta que ... bueno, esa ya es otra historia.