Dicen que la tiró el viento y será verdad. Dicen que inspeccionaron hace poco el árbol sin encontrar ninguna afección y será verdad. Dicen que ya no tiene remedio y será verdad. Pero ¿cuando empezará la Consejería de Medio Ambiente a gestionar los árboles y los bosques monumentales?
El 1 de octubre de 2005 José Plumed sacaba estas imágenes del hongo (Meripilus giganteus) que ya por entonces atacaba una enorme porción del sistema radicular y que sin duda había sido favorecido por las obras en el talud. En aquel momento pusimos en conocimiento del entonces director general, Sr. Cristino Ruano, la grave afección que padecía el árbol. A día de hoy, cuando menos resulta chocante la extrañeza de los responsables. Pero sin duda la culpa la tiene el viento, y el árbol que estaba desproporcionado. Me pregunto si las inspecciones las harán los mismos técnicos que en la zanja a los pies del tejo de Abamia, dictaminaban que solo se habían cortado raicillas superficiales, cuando más tarde se demostró que se había amputado un 18 y un 20 % del sistema radicular de aquellos árboles centenarios. Nos toca la labor poco grata de mantener la memoria, quizá sea el único modo de que se comience a prevenir la inexorable pérdida de uno de nuestros más valiosos patrimonios, frente a la escandalosa pasividad de las autoridades.
El 1 de octubre de 2005 José Plumed sacaba estas imágenes del hongo (Meripilus giganteus) que ya por entonces atacaba una enorme porción del sistema radicular y que sin duda había sido favorecido por las obras en el talud. En aquel momento pusimos en conocimiento del entonces director general, Sr. Cristino Ruano, la grave afección que padecía el árbol. A día de hoy, cuando menos resulta chocante la extrañeza de los responsables. Pero sin duda la culpa la tiene el viento, y el árbol que estaba desproporcionado. Me pregunto si las inspecciones las harán los mismos técnicos que en la zanja a los pies del tejo de Abamia, dictaminaban que solo se habían cortado raicillas superficiales, cuando más tarde se demostró que se había amputado un 18 y un 20 % del sistema radicular de aquellos árboles centenarios. Nos toca la labor poco grata de mantener la memoria, quizá sea el único modo de que se comience a prevenir la inexorable pérdida de uno de nuestros más valiosos patrimonios, frente a la escandalosa pasividad de las autoridades.
2 comentarios:
Echarle la culpa al viento es una buena salida. Siempre se puede encontrar alguien o algo a quien echar la culpa. Dan ganas de llorar.
¡Ánimo para todos!
jm
Si nos olvidamos de nuestro legado el viento se lo llevará.
Una auténtica tragedia.
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