miércoles, 26 de noviembre de 2008

VIAJE AL FONDO DE UNO MISMO – LAS LÁGRIMAS DE BALDUR

Muerte de Baldur atravesado por la rama de muérdago.

Existen muchos mitos que hablan de odiseas y búsquedas heroicas como alegoría del retorno al centro de uno mismo que emprendemos por el mero hecho de existir.
Es éste el viaje al punto más cercano y más lejano de todo el universo y son muchos los mitos que relatan la inmersión de los héroes o dioses en las profundidades del propio inconsciente, representado muchas veces por infiernos o paraísos a los que se llega con dificultad y de los que difícilmente se sale.
Dante. Eneas y Orfeo, Enkidu (epopeya de Gilgamesh), Hércules y Perséfone, son algunos de los iniciados en estos misterios y su leyenda los ha hecho inmortales en gran parte por ese mítico descenso en el que insisten todas las tradiciones.
Pero hemos escogido por su belleza el relato, mucho menos conocido, de las Eddas nórdicas, que narra el descenso de Hermód, al mundo de las tinieblas.

Tras la muerte del dios Baldur, la consternación se extiende por el Asgard y su madre, Frigg, pregunta quién de entre todos los Ases se atreverá a bajar a los infiernos para pedir a Hel que permita regresar a Baldur. Hermód, el vigoroso, hermano del difunto e hijo de Odín, se ofrece y emprende el camino a lomos de Sleipnir, el corcel de su padre. Hermód cabalga durante nueve noches, descendiendo siempre hacia el Norte, por valles tan profundos y oscuros que no puede ver nada. Llega al fin a un puente cubierto de oro y Módgud, la doncella que vigila el paso, le dice que el día anterior habían cruzado cinco huestes de difuntos.
- Pero el puente no cruje bajo tus pies y no tienes aspecto de estar muerto. ¿Por qué cabalgas por los caminos de los infiernos?- pregunta la guardiana.
Hérmod le da cuenta de su misión y prosigue hasta llegar a las puertas del Infierno. Suplica entonces a Hel que permita el regreso de su hermano, ya que hay un gran duelo entre los Ases y todos los seres que habitan la tierra. La diosa Hel sentencia entonces que si verdaderamente Baldur es tan amado como aseguran, le permitirá volver. Pero antes habrán de demostrarlo:
- “Si todas las cosas de los cielos, vivas y muertas, se lamentan, regresará con los Ases, pero permanecerá con Hel mientras haya alguien que se niegue a llorarlo”.
Cuando Hermód vuelve, los Ases envían inmediatamente sus heraldos en todas las direcciones implorando lágrimas para Baldur. Todos se afligen por el dios bienamado: hombres y animales, tierra y piedras, árboles y metales y desde aquel día aún puede verse como lloran cuando después de las heladas llega el calor.
Regresan ya los mensajeros creyendo haber cumplido su misión, y encuentran en una cueva a una giganta llamada Thöck. Y cuando le piden las lágrimas de Baldur, ella contesta airada:

“Thöck llorará lágrimas secas por la pira de Baldur: ni vivo ni muerto me sirvió el hijo del hombre, que guarde Hel lo que es suyo.”

Más tarde los Ases descubrirán que la giganta no es otra que el malvado Loki, instigador de la muerte de Baldur. Recibirá por ello su castigo, pero el mal ya se ha hecho y el Infierno quedará sellado hasta Ragnarok, el fin de los días que vaticina la Vidente.

Es así como la leyenda escenifica la muerte y la maldad y todo aquello que tratamos de comprender en vano. Y así ha sido desde aquel principio, en el que el hombre aprendió que a través del mito podía invocar al miedo y a las tinieblas para tratar de penetrarlas, en cada cuento, en cada ocasión.

domingo, 23 de noviembre de 2008

lunes, 17 de noviembre de 2008

NIEVE EN LOS ALTOS

jueves, 13 de noviembre de 2008

LA EVOCACIÓN DE LOS ÁRBOLES


"...he comprendido en parte mi repentina alegría al hablar Kakuro de los abedules rusos. Me ocurre lo mismo cuando se habla de árboles, del árbol que sea: el tilo en el patio de la casa de labor, el roble detrás de la vieja granja, los grandes olmos que hoy ya no existen, los pinos doblados por el viento en las costas ventosas, etc. Hay tanta humanidad en esta capacidad de amar los árboles, tanta nostalgia de nuestros embelesos primeros, tanta fuerza en este sentirse tan insignificantes en el seno de la naturaleza... Sí, esos es: la evocación de los árboles, de su majestuosidad indiferente y del amor que por ellos sentimos nos enseña cuán irrisorios somos, viles parásitos que pululamos en la superficie de la tierra, y al mismo tiempo nos hace dignos de vivir, pues somos capaces de reconocer una belleza que no nos debe nada."
(Muriel Barbery, La elegancia del erizo)

miércoles, 12 de noviembre de 2008

CASTÁÑOS DE ÁNIMAS


En tierras del Bierzo existen algunos colosales castaños como estos de las fotografías, que pertenecen a la iglesia, son donaciones que se hacían antaño para que se rezaran misas por el alma del donante, cuando éste fallecía. Castaños de ánimas que en algunos casos como éste han perdurado incluso tras el abandono y la ruina del pueblo de los últimos tiempos.

lunes, 10 de noviembre de 2008

COSADIELLES


Alta soy, verde nací, por una risada mi hacienda perdí.

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jueves, 6 de noviembre de 2008

¿DONDE ESTÁ EL BOSQUE ESPESO?

"Mi pueblo tiene por sagrado cada rincón de esta tierra. La hoja resplandeciente; la arena de la playa; la niebla dentro del bosque; el claro en la arboleda y el zumbido del insecto son experiencias sagradas en la memoria de mi pueblo. La savia que asciende por las venas de los árboles lleva consigo la memoria del piel roja." (...)


(...) "No podemos comprender que pasará cuando los búfalos se hayan extinguido; cuando los caballos hayan perdido su libertad; cuando no quede ningún rincón del bosque sin el olor del hombre y cuando por encima de las verdes colinas nuestra mirada encuentre por todas partes las telarañas de hilos de hierro que llevan vuestra voz.
¿Dónde está el bosque espeso? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. ¡Así se acaba la vida y empezamos a sobrevivir!"
(Carta de Seattle, jefe de la tribu Suwamish al presidente de los Estados Unidos, Mr. Franklin Pierce, el año 1855, como respuesta a su oferta de compra de las tierras Suwamish.)

sábado, 1 de noviembre de 2008

LA ENTRADA DEL INVIERNO