jueves, 29 de enero de 2009

miércoles, 28 de enero de 2009

EL FIN DE UNA ERA








El tejo de Pastur, desgarrado por un airón el 23 de enero de 2009 y la Fayona de Eirós, que se vino abajo el 19 del mismo mes, han dejado un enorme vacío que marca el fin de toda una era. Nos toca reinventar la forma de empezar otra nueva, plantando árboles, protegiendo los que nos quedan, aprendiendo las reglas de la convivencia que nos permiten vivir y compartir el espacio con inteligencia y generosidad.

domingo, 25 de enero de 2009

¿Y AHORA?


Despues de la caída de árboles monumentales como la Fayona, es más que nunca el momento de replantearse qué ha fallado y qué ha de hacerse para proteger de forma eficaz todo este patrimonio.

Pero también qué puede hacerse con la propia Fayona y el lugar que ocupaba.
Nos ha parecido oportuno recordar cómo la pérdida de una parte del milenario tejo de Saint Ursin, arrancado por un vendabal, generó una respuesta vecinal y la plantación de un nuevo retoño. Reproducimos algunas de las palabras que se escribieron en aquellos días y la imagen del tejo de Estry, que también se ha multiplicado en el marco de aquellas actuaciones en un intento de preservar a los más antiguos vecinos de Europa. Nos alivia saber que aquí se está haciendo lo mismo al menos con algunos árboles monumentales como el Carbayón de Valentín. Es buen momento para empezar a cambiar y retomar nuestra relación con estos árboles que pueden ser al mismo tiempo escuela y maestro.
¿Quién estaría presente en Saint Ursin (Manche) cuando se plantó el tejo hacia el año 1000 de nuestra era?
¿El Señor del lugar habría tirado la primera paletada de tierra, el Abad de Lucerne habría bendecido el arbolito deseándole larga vida, todos los granjeros y mendigos habrían danzado alrededor de éste árbol de la vida siempre verde? Nunca lo sabremos. Y en el año 3000, ¿qué quedará de los escritos de la ceremonia del 24 de marzo de 2000? No será por falta de padrinos (…aquí la lista de autoridades)…el alcalde de Saint Ursin M. Lebourg. A él le corresponde la iniciativa de esta ceremonia simbólica de transmisión, gracias al esqueje realizado en 1995 por Monsieur Raynaud encargado de la mutiplicación en el Arboretum National de Chèvreloup. El Service des Cultures y la asociación A.R.B.R.E.S. habían deseado poder disponer de plantas descendientes de los gandes ancestros para el años 2000.
De esta forma los tejos de Estry, la Haye de Routôt, Offranville, Pommerit, Saint Ursin et le châtaignier de Saint Philbert, de Grandlieu fueron multiplicados y devueltos en 2000 a su territorio de origen.
(Y. M Allain - Directeur du service des Cultures - Vice-Président d'A.R.B.R.E.S.)

miércoles, 21 de enero de 2009

FAYONA D'EIRÓS, LA RESPUESTA ESTÁ EN EL VIENTO

Dicen que la tiró el viento y será verdad. Dicen que inspeccionaron hace poco el árbol sin encontrar ninguna afección y será verdad. Dicen que ya no tiene remedio y será verdad. Pero ¿cuando empezará la Consejería de Medio Ambiente a gestionar los árboles y los bosques monumentales?

El 1 de octubre de 2005 José Plumed sacaba estas imágenes del hongo (Meripilus giganteus) que ya por entonces atacaba una enorme porción del sistema radicular y que sin duda había sido favorecido por las obras en el talud. En aquel momento pusimos en conocimiento del entonces director general, Sr. Cristino Ruano, la grave afección que padecía el árbol. A día de hoy, cuando menos resulta chocante la extrañeza de los responsables. Pero sin duda la culpa la tiene el viento, y el árbol que estaba desproporcionado. Me pregunto si las inspecciones las harán los mismos técnicos que en la zanja a los pies del tejo de Abamia, dictaminaban que solo se habían cortado raicillas superficiales, cuando más tarde se demostró que se había amputado un 18 y un 20 % del sistema radicular de aquellos árboles centenarios. Nos toca la labor poco grata de mantener la memoria, quizá sea el único modo de que se comience a prevenir la inexorable pérdida de uno de nuestros más valiosos patrimonios, frente a la escandalosa pasividad de las autoridades.



domingo, 11 de enero de 2009

miércoles, 7 de enero de 2009

Más allá de nuestro mundo existe una tribu de árboles que pueden sobrepasar con creces el milenio y continuar creciendo imperturbables y echando brotes y renuevos igual que cuando eran mozos. Viven en los lugares más apartados, secretos e inaccesibles, como si de una raza de brahmanes se tratara, que hubieran decidido retirarse del mundo para meditar. También los encontramos al lado de muchos templos y santuarios de los que fueron el germen original, cuando los árboles eran venerados y los hombres aún entendían el lenguaje de los pájaros.
Se trata como habréis adivinado de los tejos y hay que decir en honor a la verdad que sobreviven en los lugares donde aún no hemos podido llegar para cortar su preciada madera…
El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio decía William Blake en sus Proverbios del Infierno, pero finalmente el árbol viejo ni siquiera es el mismo, ni cuenta las mismas cosas cada vez que lo visitamos. El día de la foto, sorprendimos a esta hembra antediluviana (la de la foto del encabezamiento), adorando al sol y bebiendo sus rayos embebidos de niebla. Parecía que la eternidad se hubiera posado un instante entre sus ramas. Después de esto, la ciudad de los tejos quedó de nuevo silenciosa, quizá por otros mil años, hasta que otros visitantes osen hollar el misterio.

martes, 6 de enero de 2009

LA AUSENCIA DEL ÁRBOL

Escultura en un espacio cerrado de las plaza de los Fueros.

Dentro del semicírculo, el espacio vacío espera al árbol.

Vitoria, Plaza de los Fueros... La gran obra de Chillida, en medio de la ciudad, es todo un monumento de granito con anfiteatros y espacios de encuentro y juego, donde los juegos tradicionales vascos encuentran un escenario singular. Es tremendamente simbólico sin embargo y un fiel reflejo de nuestra sociedad, que el espacio que el escultor había reservado para el símbolo vivo de los fueros, un retoño del árbol de Guernika, permanezca vacío tras haberse secado varios de los plantones que se han ido poniendo en este lugar. Parece que una y otra vez los árboles se dañaban tras la frecuente instalación de escenarios en esta plaza. Desde hace muchos años la plaza ha quedado sencillamente vacía de vida y de su elemento central, el árbol, que por sí mismo llenaba de sentido toda la obra.