domingo, 29 de diciembre de 2013

HUBO POLÍTICOS HONRADOS QUE SE OCUPABAN DE POLÍTICAS ESENCIALES I

Diarios de Manuel Azaña, Cuaderno de la Pobleta, 16 de noviembre de 1937: Cruzando El Pardo, nos lamentábamos de la suerte del monte. Negrín me aseguró que se habían dado órdenes de no cortar árboles, y que se aprovechase la leña seca y los troncos carbonizados por el bombardeo. Sí, sí: las señales son otras. Una campaña de invierno más y el monte quedará arrasado, sin remedio, porque repoblarlo de encinas es una empresa larguísima que nadie sostendrá. — No sé si usted sabrá que he librado muchas batallas por la integridad y conservación de El Pardo, y no todas las he ganado. En las Constituyentes tuve un día que amenazar con la cuestión de confianza para impedir que le arrancasen seis kilómetros cuadrados con destino a una barriada de casas baratas. ¡Ya ve usted! En Madrid, rodeado de miles de hectáreas de tierra calma y erial, no había por lo visto mejor sitio que el encinar de El Pardo para un ensayo de arquitectura social. Hay hombres que no están seguros de su dominio sobre la naturaleza mientras no le han dado por el pie a un árbol viejo. Posteriormente, en tiempos del señor Chapaprieta, también se quiso quitarle al monte dos mil hectáreas para entregárselas a una compañía de urbanización. Tarde o temprano, y no habiendo nadie para impedirlo, se saldrán con la suya. Y encima le harán creer a Madrid que se cumple una gran obra de progreso. (...)En mis andanzas de cazador por La Alcarria conocí hace muchos años a un rústico, guarda de monte, apasionado también por un árbol. «Venga usted a ver mi nogal, señorito Manolo» (entonces me llamaban así), me dijo un día. Nogal estupendo. A su sombra me he guarecido de algunas sofoquinas de agosto. El tío Eugenio, viejo, desdentado, con más arrugas que las nueces de su nogal, era dueño del árbol, pero no del suelo en que crecía, solitario en muchos cientos de metros a la redonda, como un poema nutrido por los jugos de aquella tierra ardiente, color sangre de toro. Único bien del tío Eugenio, le sacaba un puñado de reales cada año. Nunca consintió en venderlo, aunque le ofreciesen una almorzada de onzas. ¡Un tipo a lo Carlos III, ea! Pero él no lo sabía. El árbol solitario es una elegía típica del campo español. Aparece en el nombre de un pueblecito de Salamanca, nombre que únicamente puede formarse en lengua castellana: Encinasola de los Comendadores ¡Eche usted! Encinasola de los Comendadores. ¡Qué onda! ¡Qué acento! Se está viendo, sobre un horizonte frío, remoto, el árbol solitario, como el del tío Eugenio, reliquia de un bosque desaparecido.(...). Unos años antes, el 11 de mayo de 1933, Azaña había dejado este otro escrito para la posteridad: A las ocho y media he vuelto al ministerio. Aglomeración de gente ante la verja del lado de Recoletos. ¿Qué pasa? Se ha derrumbado un árbol y al caer ha hundido parte de la verja. Un árbol magnifico, enorme, el más viejo y hermoso del jardín, se ha caído, dejando las raíces al aire. Pesaba mucho, y quizás el terreno, en declive, ha fallado. Lo siento mucho. Este árbol era un antiguo amigo. Desde hacía más de treinta años, siempre que pasaba por esa acera, y raro será el día que no haya pasado, le dirigía una mirada de contento. Era semejante a los cedros del Museo del Prado, y poco menos viejo. Me alegraba ver una obra tan hermosa. Derrumbarse, ¿será un presagio?

sábado, 28 de diciembre de 2013

¡DESCUBRIMIENTO HISTÓRICO! HUBO POLÍTICOS HONRADOS QUE SE OCUPABAN DE POLÍTICAS ESENCIALES II

CARTA DEL PRESIDENTE POMPIDOU A SU PRIMER MINISTRO M. Chaban-Delmas. 17 JULIO 1970 Mi querido Primer Ministro, he tenido conocimiento, por pura casualidad, de una circular del ministerio de la que le hago llegar fotocopia. Esta circular, presentada como un proyecto, ha llegado ya a numerosos funcionarios encargados de su aplicación, puesto que ha sido uno de ellos quien me la ha hecho llegar. Me sugiere dos reflexiones: la primera es que el Consejo de Ministros se ocupa a veces de cuestiones menores, tales como el aumento de unas dietas para determinados funcionarios, mientras que cuestiones importantes son decididas por los servicios centrales de un ministerio, fuera de todo control gubernamental; la segunda es que a pesar de que en numerosas ocasiones he manifestado en consejo de ministros mi voluntad de salvaguardar por todas partes los árboles, esta circular demuestra la profunda indiferencia respecto a los deseos del Presidente de la República. Se deduce, en efecto, que la tala de árboles a lo largo de las carreteras se hará sistemáticamente bajo pretexto de la seguridad. Pero hay que señalar que por el contrario no se considera sino con mucha prudencia y a título de simple estudio, el desplazamiento de postes eléctricos o telegráficos. Es que para esto hay administraciones que los defienden. Los árboles no tienen, al parecer, otros defensores que yo mismo y tal parece que esto no cuenta. Francia no existe únicamente para permitir a los franceses circular en coche y sea cual sea la importancia de los problemas de tráfico, no podemos acabar desfigurando su paisaje. Por otra parte, una disminución duradera de los accidentes de circulación sólo puede conseguirse mediante la educación de los conductores y la instauración de normas simples y adaptadas a la configuración de la carretera, y a pesar de todo, la complicación parece buscarse a propósito en todas las formas de señalización. También sería deseable que las reglas en materia de alcoholemia fuesen menos laxas y recuerdo a este respecto que el gobierno se ha apartado de la posición que inicialmente mantenía. La salvaguarda de los árboles plantados al borde de las carreteras –y pienso en particular en las magníficas carreteras del Midi bordeadas de plátanos- es esencial para la belleza de nuestro país, para la protección de la naturaleza, para la salvaguarda del medio humano.(…) La autovía se destinará a los transportes que no tienen otro objeto que la rapidez. La carretera debe volver a ser para el automovilista del fin del siglo XX lo que era el camino para el peatón o el jinete. Un itinerario que se emprende sin prisa, aprovechando para ver el país,¡que se preserva de la destrucción sistemática de todo lo que lo hace bello!